OTOÑO

Me encanta el otoño. Yo creo que es la estación que más me gusta. Cuando vivía en Galicia el otoño era espectacular, pues muchos árboles de allí cambian el color de sus hojas, se ponen rojos o naranjas, y se ven preciosos. Aquí, sin embargo, no se produce esa magia. 



Las palmeras y ficus no cambian de color, ni tampoco desechan sus hojas convirtiéndolas  en la hojarasca, ese manto que cubre el suelo y que cuando lo pisas cruje y crepita bajo tus pies.
El poder coger y comer castañas de los bosques es un añadido más.
Me encantan las castañas así crudas, sin asar, recién sacadas de los erizos.
La variedad de setas que crecen en los parques y bosques del norte no es ni comparable a las que se ven por aquí, que son casi ninguna (o muy pocas).
Sí. Definitivamente, el otoño se disfruta más en el norte que en el sur, aunque allí haga más frío y tengas que taparte hasta las cejas.
Ahora, aquí no sabes que ponerte realmente. Si vas de verano, te congelas.Si vas de invierno, te asas. Estamos en esa rara época del mal llamado entretiempo, o sea, sí pero no.
He cambiado la estética del blog. Ya sabéis que antes lo tenía enfocado al agua del mar, más veraniego. Pero ya no pega, y el color rojo me gusta mucho más que el azul, para qué os voy a engañar.
Bueno, os voy a contar una cosa muy curiosa.
No se por qué, la gente da por sentado que no leo.Quizá porque no me da por hacer reseñas de los libros que voy acabando, no sé.
 Y digo esto porque ya me ha pasado más de una vez, que al hablar o comentar algo sobre algún libro o autor, me han mirado de manera extraña o me han preguntado, directamente:
 -Anda pero... ¿Es que tú lees?
Alguna vez que otra me han recomendado un libro, aunque haciéndome una advertencia: 
-Mira que tiene muchas páginas ¿he? 
O me han dicho eso de: 
-¿Has escrito un libro? Mira que para escribir tienes que tener una buena base, y haber leído mucho...
Sí, esa clase de comentarios  con los que, en resumidas cuentas, te están diciendo que dudan muchísimo que alguna vez hayas abierto una de esas cosas rectángulas fabricadas con papel. 
Pues para los que alberguen alguna duda les contestaré sin más demora: Sí, leo libros. Y muchos. Y a lo largo de mi vida he leído muchísimo. (Quizá mucho más que  cualquiera de ellos)
Pero, claro está, al hablar conmigo no tienes por qué notarlo. Porque tengo acento, o porque ha veces utilizo lenguaje coloquial y expresiones que sé que están mal dichas, pero las utilizo. ¿Por qué? Pues por una razón muy simple: porque me da la gana. Tan sencillo como eso.
En un mundo reprimido, en el que todo está prohibido y en el que nos importa más lo que piensen de nosotros que en cultivar nuestra propia paz interior, quizá, en ese mundo que es este... Ser un poco ordinario y mal hablado de vez en cuando sea la última verdadera libertad de expresión que podamos permitirnos.
Queridísimos seguidores, hasta la próxima. Sed buenos.

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